POR CÓRDOBA SE MUEVE: Hoy nos toca vivir una situación de extrema conflictividad social.
Despidos, inflación, aumentos tarifarios y devaluación monetaria se
expresan, desde la noche de ayer, a través de saqueos en las calles
cordobesas. Con la “década ganada” en su fase final, es evidente
que la degradación social continúa avanzando.
La Marcha de la Gorra, que movilizó a miles de manifestantes, logró
visibilizar el rechazo del sector popular a la represión policial y
puso en cuestión la presencia de la policía como método para
otorgar seguridad. Sin embargo, dos semanas después, vemos
fortalecido el reclamo de “más policía” por sobre el de “basta
de represión”.
El acuartelamiento de las fuerzas policiales, disfrazado de un
“reclamo salarial”, tenía otro objetivo: generar, en un amplio
sector de la opinión pública, la necesidad de la presencia policial
en las calles, la aceptación de la ejecución del Código de Faltas
y la agudización de la estigmatización de la pobreza. Así se
legitima a la institución más corrupta de nuestra sociedad que, por
estar al frente de los negocios del narcotráfico y la trata de
personas, es la principal responsable de la inseguridad que todxs
sufrimos.
Los saqueos surgieron de forma absolutamente espontánea, sin ningún
tipo de organización. De no ser así, sólo se hubieran limitado a
los grandes centros comerciales que, no está de más decir, no
sufren grandes pérdidas en sus ganancias. Esto también da cuenta de
lo que aún falta consolidar a nivel de conciencia y politización.
Como saldo, tenemos un enfrentamiento entre trabajadores,
ocupados y desocupados y no la visibilización de las pésimas
condiciones materiales en las que viven muchísimos cordobeses.
Para los poderosos medios de comunicación, la policía volvió a las
calles y, de esa manera, se restableció la calma. Sin embargo,
sabemos que eso no hubiera sucedido si no se hubiera firmado un
acuerdo que aumenta los sueldos de los efectivos al doble de lo que,
hasta hoy, venían percibiendo. ¿Acaso no sería mejor destinar todo
ese dinero al presupuesto para educación, salud o vivienda? ¿No
estaríamos, así, generando reales condiciones para vivir en una
sociedad segura? ¿Qué es lo que garantiza la seguridad de un
pueblo? ¿Presupuestos exuberantes en policía mientras el
Misericordia en toma reclama por la salud? Pululan las escuelas
contenedores, se profundiza la precarización laboral y aumentan los
despidos. La tierra se concentra en pocas manos y las multinacionales
patentan nuestra alimentación. A partir
de hoy, el estado provincial va a tener que destinar fondos para que
un policía cobre un básico de 8 mil pesos mientras que un docente
gana 3 mil.
La clase política, igualmente corrupta e igualmente responsable de
lo acontecido, encuentra, gracias al fortalecimiento de esta
institución, vía libre para proteger sus intereses y los de los
pocos a los que representa. Ya no sólo hay más mano dura para los
pibes de gorrita que viven en nuestros barrios, también la hay para
quienes desde hace un año y medio luchan para impedir la instalación
de Monsanto en Malvinas Argentinas y para los que nunca vamos a dejar
de salir a la calle para gritar que queremos vivir en un mundo más
justo.
Los gobiernos no nos cuidan, la policía tampoco. Nuestra única
herramienta es la organización del pueblo y
el control democrático de todas las actividades. No empezamos de
cero. En nuestro pueblo hay experiencia de lucha, de resistencia y
organización que se ponen en juego una y otra vez a pesar de que
intenten callarnos.
Es necesario continuar esta construcción. Generar, sostener y
trabajar en diferentes espacios horizontales, amplios y autogestivos,
como sindicatos recuperados, centros vecinales, centros de
estudiantes, bibliotecas populares y centros culturales es lo único
que nos permitirá construir una alternativa de cambio real y
posible. Sólo de esta manera podremos empoderarnos para combatir a
los gobiernos corruptos y sus aparatos de represión y constituirnos
como sujetos activos en la construcción de la sociedad que queremos.
Córdoba se Mueve
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