lunes, 1 de agosto de 2011

Respecto a la despreciable represión ocurrida en Gral San Martín, Jujuy, el día 28 de julio.


 Nuevamente las muertes nos sacuden. Por supuesto el primer sacudón es el emocional, el humano. La panza que se revuelve ante el odio acumulado por tanta injusticia histórica. Esa injusticia que sabemos, es parte de un sistema, concienzudamente organizado por el poder económico, las burguesías transnacionales y multinacionales, y sostenidos políticamente desde los estados nacionales tal cual se encuentran planteados.
Nuestro análisis de la despreciable represión por parte de las fuerzas de seguridad estatales y privadas al pueblo la realizamos desde dos perspectivas.
La primera perspectiva es la coyuntural.
El kirchnerismo,se propuso gobernar el país a partir de un pacto social, en el cual eran de importancia tanto sectores de la burguesía, las centrales de trabajadores y las organizaciones sociales. Además buscó su legitimación y proyectó una política para los medios de prensa y comunicación (en este último caso a través de intelectuales progresistas). En este marco, buscó presentarse como el que amalgamaba políticamente dicho entramado social, económico y político. Realizó concesiones hacia uno y otro sector. Para cerrar el método de construcción de poder (dado que las mayorías somos los sectores históricamente postergados) las concesiones sociales son nota de tapa, donde se disimulan con cuidado, incluso, los posibles efectos perjudiciales de dichas medidas; y las concesiones (y negociados) a la burguesía y a la burocracia sindical es muy difícil masificarlas, salvo cuando existen organizaciones populares resistiendo y denunciando los atropellos o  cuando ocurre algún escandalo de dimensiones. Sin embargo, la disposición de los sectores nombrados al inicio del párrafo no es en paralelo, no son 3 sectores que negocian con el estado, como analizan algunos compañeros que simpatizan con el gobierno, donde todo depende de la relación de fuerzas que tenga cada uno de ellos. La disposición de esos sectores, o sea, la estructura política del kirchnerismo y, para hacer honor a la verdad, de toda estructura política con perspectiva estratégica de raíz peronista, es como la de una cebolla. En su centro están los sectores burgueses (mas nacionales en otras épocas, transnacionales hoy). Son los sectores que menos salen a la luz, los que siempre se mantienen turgentes, vivos. Son en definitiva, su corazón, ellos mismos en esencia. En la periferia los sectores populares. Los primeros que empiezan a secarse producto de las contradicciones por las que son atravezadas, los primeros, tambien, en ser descartados en caso de ser necesario.
Lo que ha pasado ayer en Jujuy, es un hito mas, dentro de las serias contradicciones por las que se encuentra pasando el gobierno nacional y que debe resolver de una u otra forma. Lo llamativo, quizás, es la violencia represiva inoportuna, si se quiere, en términos políticos - electorales. Son ya nueve muertes del pueblo por violencia estatal en menos de un año, todas con vinculaciones, ya sea a través de funcionarios, gobernadores, sindicalistas y empresarios, con el gobierno nacional. Sin embargo el peso mediático, la ceguera u oportunismo de las organizqaciones sociales que componen el kirchnerismo y lo desastroso de los adversarios electorales todavía no hacen mella en las encuestas para con Cristina y, por lo tanto, continuarán sus contradicciones, afectándonos como pueblo.
La segunda perspectiva de análisis, que es la estratégica, puede surgir a partir, de una simple pregunta, pero no por ello menos profunda, menos pesada, “hasta cuándo tanta injusticia, hasta cuando tanta muerte del pueblo”. Las respuestas pueden llegar a ser variadas, sin embargo una parte importante de las organizaciones populares nos encontramos discutiendo la cuestión del poder popular como elemento central de construcción para doblegar las fuerzas enemigas de la burguesía y de la represión. Y en ese marco es que surge la cuestión del estado como eje central.
Pensamos que estos hechos, demuestran la importancia del estado en su ejercicio de la violencia estatal. Este ejercicio podríamos clasificarlo en dos tipos de métodos que se han repetido históticamente según el efecto que persiguen.
El primero es la represión que “golpea y esconde la mano”. Con pocas víctimas. Reprime y sale luego a desmentir, deslindar responsabilidades y crear confusión, sobre todo a través de los medios de comunicación amigos o “enemigos”. Siempre algún funcionario renuncia o incluso puede ser juzgado, pero nunca el responsable político. Lo que busca es llegar a la conciencia colectiva, donde refuerza su concepción del monopolio de la violencia, debilitando a las luchas populares y sus organizaciones de manera directa por la acción concreta, pero también generando o reforzando el concepto anterior sobre la población en general, incluyendo los sectores populares.
La segunda es la represión para contener algún avance de masas, donde la violencia pasa a ser el último bastión para la burguesía de manera de defender sus intereses estratégicos. En este caso las muertes son en cantidad mayor y pueden ser o no juzgados sus responsables políticos, pero sus consecuencias dependen de cómo se reacomoden las fuerzas populares, que depende de la magnitud de la represión, por supuesto, pero tambien de la capacidad de dichas organizaciones para saber leer los próximos pasos en el camino de la transformación social revolucionaria.
Hasta cuando nos preguntamos todos. Es probable que continúen con su política represiva los enemigos del pueblo, por sus propias concepciones políticas y porque nosotros, las organizaciones populares, no claudicaremos en nuestras luchas.
Sin embargo realizamos dos aportes a partir del análisis anterior.
El primero tiene que ver con la necesidad urgente de contruir una herramienta política a partir de las organizaciones populares y su práctica.
El segundo aporte se basa en la necesidad de visualizar al estado como una estructura a transformar profundamente dentro del proceso de construcción de Poder Popular.

Hasta la victoria siempre!

Tacú

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